4 ene 2010

Capitulo 20 de La Boda de Jessica y Lucius

Capítulo 20
En los últimos momentos antes de que me comprometiera a ser para de él, por todo el tiempo, Lucius me permitió ver la oscuridad, el lugar dañado dentro de sí mismo, que había arrastrado a una participación de empuje afilado bajo mi esternón, antes de romperme a llorar en la rabia y la desesperación:

-¡Todo lo que se destruye alrededor mío!

Me miró a los ojos, sacudido, pero negándose a mirar a otro lado, este aspecto de Lucius era aterrador. Yo sabía que nunca volvería a ver esa parte de él otra vez, sin embargo, no era como yo quería tratar de entender este lado de él, antes de unirnos para la eternidad.

Y como he estudiado sus ojos, no vi justo al príncipe vampiro que casi me destruyó, y que había destruido a su tío, y que bien podría tomar la vida en el futuro, sino también al huérfano que creció con golpes, en lugar del amor. Fue como si me viera toda la historia de Lucius desplegada ante mí, tanto la fuente de su fuerza, su capacidad para soportar estoicamente el dolor terrible, para gobernar una nación vampiro de lejanos, y sacrificar incluso su existencia, si es necesario y la razón de que su poder siempre sería peligroso, también, porque estaba arraigado en el sufrimiento no templado con el amor.

-¡Oh, Lucius!... - El olvido la ceremonia, olvidando por completo a nuestros invitados, susurre su nombre. -Lucius...

Él me estaba dando una oportunidad más para huir de él, como había ofrecido en la noche, cuando por primera vez había probado la sangre. La última oportunidad para correr...

Pero ver su alma sólo me hizo querer a Lucius aún más.

Confía en mí lo suficiente como para revelar sus más oscuros secretos de la naturaleza. Confía en que, aunque el amor era nuevo para él, el nuestro era lo suficientemente poderoso como para que nunca me apartase de él. Nos quedamos en silencio durante un largo tiempo, la sangre que fluía entre las palmas de nuestras manos se engrosaba, era la vinculación de nosotros, incluso con más fuerza. Nuestros huéspedes no tienen idea de lo que pasaba entre nosotros, y probablemente se preguntaban si estaba a punto de suspender la boda.

Y luego, sin la menor vacilación, sin dejar de mirar a los ojos de Lucius, enfrentando el dolor profundo, y lo increíble, apenas controlado poder que vi allí, le dije a todo el mundo, y sin embargo sólo a Lucius, ya que el solamente me lo había dicho:

-Sí, Lucius te acepto como mi marido, ahora y siempre, por el tiempo que existas.

Cuando lo dije, Lucius bajó los ojos una vez más, y yo sabía que él nunca más pondría manifestar esa parte de sí mismo otra vez, tan abiertamente. Que no debería verlo de nuevo. Que, como el juego que había presionado contra mí, y que había desaparecido, tendría que aceptar que esta parte de Lucio existió de ahora en adelante fuera del alcance mío... pero siempre capaz de borrar sus heridas.

Cuando abrió los ojos, vi la felicidad completa en ellos, la restauración del vampiro que había llegado primero al amor, en el trascurso de un minuto, lo arrogante, maravilloso, e ingenioso, de él, había tomado el mando de nuevo.

Ojos que celebraron sin la menor la sombra de ese oscuro lugar, que siempre reconoceré, ahora juntos con el amor que siempre vio en su mirada. la oscuridad que albergaba no volvería a ver de manera tan completa, pero su fuente nunca sería totalmente oculto para mí, tampoco. Y como su esposa, pensé que parecía correcto.

Las esquinas de los labios de Lucio se moldearon en una sonrisa, y sonrió, sabiendo que los dos estábamos sintiendo los mismos. Ambos creíamos que aunque la ceremonia no se había terminado todavía, en ese momento en que acepté a Lucius y él me aceptó, nos habíamos convertido en marido y mujer.

Apenas podía esperar para darle un beso, para sellar el nuevo pacto entre nosotros...

Seguimos uno frente al otro, compartiendo la felicidad y una paz nueva y maravillosa.

Toco con esfuerzo dejar de mirarnos, y dejar de sonreír el uno al otro, pero al final dimos a conocer nuestras manos sin marcar y ambos nos volteamos hacia Alexandru, que asintió con la cabeza primero a Raniero, luego a Mindy, señalando que deben llegar a la planta, las tazas llenas de nuestra sangre.

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